Combina en un tazón todos los ingredientes de la masa con una cuchara. Cuando obtengas una masa, colócala en el tazón grande.
Cubre el tazón con un trapo húmedo y déjalo reposar a temperatura ambiente entre 12 y 24 horas o hasta que duplique su tamaño.
Coloca en la rejilla central del horno la piedra para pizza o una charola invertida, así obtendrás una costra más crujiente. Precalienta el horno a 200 °C.
Espolvorea un poco de harina en la mesa y pon encima la masa. Dóblala a la mitad sobre sí misma y presiónala con las manos un par de veces.
Divide la masa en 6 porciones y déjalas reposar 20 minutos.
Extiéndelas con el rodillo y colócalas en las charolas.
Cubre las masas con una capa de salsa de jitomate y de queso rallado, espolvorea el orégano y añade los ingredientes que prefieras.
Hornea las pizzas durante 25 minutos o hasta que se doren.