Conocido comúnmente como dry january, o enero abstemio en español, la tradición de no consumir bebidas alcohólicas durante todo el mes de enero para contrarrestar los efectos nocivos en el cuerpo de todo lo que se bebe en diciembre, nació en 2011 como una iniciativa del gobierno británico para concientizar sobre el consumo responsable de estos productos. Su éxito es innegable, pues tan sólo en 2023, 175 mil personas se registraron como participantes en el sitio de la iniciativa.
Restringir el consumo de alcohol, incluso por breves períodos de tiempo, tiene beneficios claros tanto para bebedores ocasionales, como para quienes consumen bebidas alcohólicas con frecuencia, entre los que destacan la pérdida de peso, mejora de la dieta y una reducción en la grasa del hígado y el azúcar en la sangre.
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Sin embargo, para los amantes del vino y quienes disfrutamos de esta bebida con moderación, encontrar opciones libres de alcohol puede resultar complicado. Es por ello que, en Larousse Cocina, proponemos echarte un clavado en el mundo de los vinos naturales durante el mes de enero para, si bien no eliminar el alcohol, sí reducir el consumo de algunos ingredientes químicos o biológicos que suelen acompañarlo.
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¿Qué hace que un vino sea “natural”?
Esta pregunta es la primera que surge cuando alguien escucha el término; ¿qué no todos los vinos se hacen con uvas y, por lo tanto, son naturales? En parte sí y en parte no. El vino (al menos en la actualidad) es un producto industrializado al que se le añaden levaduras para controlar y acelerar la fermentación, ácidos para evitar contaminación, aromatizantes y colorantes para mantener la consistencia entre los lotes, pesticidas para controlar las plagas en el campo y algunos estabilizantes que pueden o no ser genéticamente modificados.
Para asegurar un vino libre de todos estos elementos, en los años sesenta y setenta del siglo XX, algunos productores franceses empezaron a producir vinos con máximo cuidado desde la plantación hasta el embotellado, siguiendo una filosofía muy similar a la de los alimentos orgánicos (categoría que también existe en el vino) y que, desde entonces, ha crecido en todo el mundo como una alternativa más responsable, saludable y en línea con las mejores prácticas de consumo.
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Al descorchar una botella de vino natural, estamos asegurándonos de llevar a nuestra copa una bebida que es un reflejo claro de la uva, la tierra, la bodega y la maestría del productor para obtener un vino que es lo más similar posible a los vinos que consumían nuestros antepasados, los primeros vitivinicultores de la historia.
Este mercado ha crecido mucho en los últimos años, tanto en México como en el mundo, y hoy no es difícil encontrar tiendas y bares especializados en vinos naturales, de poca intervención o salvajes (como también se les conoce). Y, a pesar de que consumirlos no representa eliminar el alcohol de nuestra dieta, lo cierto es que es un mundo fascinante que vale la pena descubrir y, hacerlo en enero, es una gran excusa para empezar a cumplir nuestros propósitos de año nuevo, porque también somos lo que tomamos.
Por Gonzalo G. Ehnis
Fuentes consultadas:
Burga, Solcyré, “The origins of Dry January”, Time, (16/12/24). https://time.com/6552262/dry-january-origins-alcohol-drinking/
Luque, Jordi, “Pero ¿qué diablos es un vino natural?”, El País, (16/12/24). https://elpais.com/gastronomia/beber/2024-01-17/debe-tener-una-certificacion-especial-el-vino-natural.html
Bull, Marian, “Natural wine, explained”, Vox, (16/12/24).
https://www.vox.com/the-goods/2019/6/10/18650601/natural-wine-sulfites-organic
Lara, Laura, “Vinos naturales: ¿a favor o en contra?”, El Mundo, (16/12/24). https://www.elmundo.es/metropoli/elmundovino/2024/05/20/6647366ce9cf4a2a5a8b45a2.html